14 de Junio, 2017
No, no que me mires, que también, lo que dice el título es que me llamo Mira, o por lo menos así me llaman desde hace mucho mis amigas y amigos. Me empezaron a llamar así porque siempre estoy observándolo todo, no me canso de mirar ni de observar ni de preguntar. Es que desde la altura por donde solemos movernos se tiene una perspectiva muy buena de todo lo que ocurre en el suelo, se ven muchas cosas interesantes y por la zona por donde hago mi vida diaria, además de las cosas naturales del entorno, esas que nuestros antepasados nos cuentan como lo normal, hay también otras muchas más extrañas que tienen que ver con una sola especie de animales a los que apellidan sapiens sapiens lo que es extraó pues muestran algunos comportamientos a los que, desde nuestro humilde entendimiento de aves, no vemos mucho sentido.
Por eso, uno de los temas que más me interesan es el extraño comportamiento de los humanos. A lo largo del tiempo me he ido informando, hablando con compañeras que llevan mucho más tiempo estudiándolos, leyendo mucho en internet (si si, hemos descubierto que desde aquí arriba podemos interpretar todas esas señales de wifi que salen de todas partes donde hay gente), y a veces observándolos detenidamente. Una de las cosas que hemos descubierto es que hay algunos humanos que son más sensatos y se están dando cuenta de los muchos sinsentidos de la sociedad en la que viven. Creemos que es porque intentan ver el mundo con una perspectiva más amplia, como la que nosotras disfrutamos desde arriba.
Y para alcanzar esa perspectiva, otra de las cosas que me encanta hacer, como buena cigüeña que soy, es volar. Aprovechar las corrientes de aire ascendentes (térmicas) para elevarme en el cielo hasta casi llegar a las nubes y poder ir de un lugar a otro casi sin mover una pluma y viéndolo todo desde arriba. Con algunas otras cuantas aves más, somos de las pocas especies de animales que aprovechan la energía solar directamente para llevar a cabo una parte de nuestras funciones vitales. Claro que el sol no es como la gasolina o la electricidad, que por ahora los humanos que la pueden pagar siempre tienen disponible en el surtidor o enchufe. Nosotras no tenemos que pagar por las térmicas que nos brinda el sol y la atmósfera, pero la meteorología es mucho más impredecible y hay días en los que no nos queda otra que mover las alas, aunque tampoco nos parece tan malo hacer un poco de esfuerzo de vez en cuando, es muy bueno para mantener sanos los músculos y el corazón.
Así que me he pasado por estas páginas para compartir esas otras perspectivas, vistas aéreas y vuelos y de paso contaros un poco cómo vemos esas cosas raras que hacen los humanos, que nos afectan a todos los animales, plantas, suelos, aires, aguas y mares, y cómo algunos, aunque casi nadie les escuche, están intentando poner un poco de cordura y cabeza en el asunto. Pero no me enrollo más, abrid bien las alas que despegamos!
Estamos en las cercanías del lago de la Casa de Campo, hemos encontrado una térmica ancha y suave con la que vamos a ir ascendiendo poco a poco mientras observamos lo que se ve desde aquí. Nada más coger un poco de altura, si miramos hacia el este no vemos más que cemento, edificios, asfalto, algunos árboles, coches, y gente, mucha gente. Es la gran Urbe, el centro neurálgico de la civilización humana, desde donde gestionan casi todo lo que hacen, un concentrador de recursos que traen de fuera y generador de residuos que arrojan hacia afuera. Desde arriba parece una especie de descomunal hormiguero donde se apiñan millones de personas. Más de la mitad de la población humana mundial vive en zonas urbanas y grandes urbes [1], en esta en concreto viven más de 3 millones de personas [2].
Lo más impactante es que esto no siempre ha sido así, mientras que a principios del siglo XX la población urbana era de unos 250 millones (el 15 % del total)
actualmente es de algo más de 4 mil millones! es decir se ha multiplicado por 16 en poco más de un siglo! [3]
No entendemos muy bien porqué los humanos han empezado a reproducirse tanto en el último siglo, parece ser que se lo ha permitido el uso
creciente que han venido haciendo de energía altamente concentrada de origen fósil, como cuando pones un grupo de bacterias en una solución rica
en nutrientes, que empiezan a reproducirse exponencialmente. Nosotras creíamos que los humanos eran más inteligentes que las bacterias, pero deben tener
una discapacidad cerebral que les impide entender en toda su profundidad la importancia de la función exponencial [4].
También es muy interesante el fenómeno por el que tienden a vivir tan juntos, dicen que en la ciudad es donde se concentran las actividades importantes de los humanos, donde tienen más oportunidades de "ganarse" la vida, donde encuentran más posibilidades para pasarselo bien, para aprender, para ver o adquirir todo tipo de objetos y vestimenta, etc.
Pero no penseis que todas estas actividades las realizan en lugares cercanos unos de otros, no. Es muy habitual que los sitios donde llevan a cabo las diferentes actividades diarias estén bastante alejados entre si y para desplazarse entre ellos utilizan unos extraños artefactos tan sucios y ruidosos que causan muchos problemas y no nos gustan nada. Pero de esto os contaré más cosas más adelante. De momento vamos a ver que se ve hacia el otro lado.
Miramos ahora hacia el oeste y el panorama cambia bastante, que alivio! Una gran extensión de árboles, surcada por varios caminos y alguna que otra carretera en la zona más cercana a la ciudad.
Lo primero que me viene a la cabez es ¿Cómo ha aguantado un entorno así tan cerca de la ciudad teniendo en cuenta además que está rodeado de zonas urbanas y carreteras? Por increíble que parezca, los humanos han decidido proteger este espacio, parece que a veces tienen momentos de lucidez. Pero no lo han conseguido sin dificultad, en una de las zonas más cercanas a la ciudad hay una explanada donde realizan espectáculos, una zona de restaurantes, varios recintos feriales, un parque de atracciones y un zoológico. Además hasta hace unos años los coches podían circular por una buena parte del entorno. La Plataforma Salvemos la Casa de Campo lleva tiempo trabajando para mejorar la conservación del parque.
No en vano es el mayor parque público de Madrid y uno de los más grandes de Europa. Históricamente fue propiedad de la realeza que la utilizaba
como coto privado de caza. En Mayo de 1931, tras la proclamación de la Segunda República, fue cedida por el estado al pueblo madrileño y abierta al público
para el disfrute de todos [5].
Desde entonces no es de extrañar que mucha gente pase por ella para pasear, hacer deporte, disfrutar de la naturaleza y desconectar un poco del ruido y humo
y del frenético ritmo de vida de la ciudad.
Parece que estamos llegando al techo de la térmica, así que vamos poner rumbo oeste para adentrarnos un poco en la zona más interna de la Casa de Campo y empezar el viaje hacia el rio Guadarrama. De aquí en adelante poco a poco iremos dejando atrás el skyline de Madrid, pero aunque nos vayamos alejando del centro neurálgico, no por ello dejaremos de ver cosas interesantes. Hasta la próxima.
[1] "Más de la mitad de la población vive en áreas urbanas y seguirá creciendo" Naciones Unidas.
[3] "Un planeta de metrópolis" Ramón Fernández Durán.
"... En el siglo XX se ha dado un intenso crecimiento demográfico, sin precedentes en la historia de la Humanidad. La población prácticamente se cuadriplicó en este periodo, pasando de 1.600 a 6.200 millones de habitantes. Esto es, los seres humanos tardaron más de 150.000 años en ser mil millones (en torno a 1830), y poco menos de doscientos años en añadir cinco mil millones más, concentrándose el grueso de ese crecimiento demográfico en el pasado siglo, en especial en su segunda mitad."
"...La urbanización del planeta se ha disparado en estos últimos 100 años, pasando la población urbana de un 15% en 1900, unos 250 millones de personas, a cerca del 50% en 2000, esto es, más de 3.000 millones de personas. Es decir, mientras que la población total se multiplicaba "sólo" por cuatro en cien años, la urbana aumentaba más de doce veces en el mismo periodo."[4] Aritmetica Población y Energía (documental)
"Grandes problemas de la humanidad I. La incomprensión de la función exponencial"
"El mayor defecto de la especie humana es nuestra dificultad para entender la función exponencial." Albert Allen Bartlett