26 de Julio, 2017
Tradicionalmente el aeromodelismo consistía en construir modelos de aeroplanos o helicópteros y hacerlos volar en vuelo libre (sin control a distancia), vuelo circular (control cautivo describiendo un círculo mediante dos cables), o radio control (control a distancia mediante equipo de radio control). Los aeromodelistas aprendían unos de otros, se compartía información, artículos y planos de modelos en clubs y revistas y se agudizaba el ingenio para reciclar y aprovechar cualquier material adecuado para la construcción de modelos pues a veces resultaba difícil o caro acceder a materiales específicos para aeromodelismo. Al principio se construía sobre todo construyendo las piezas a partir de planos, luego fueron apareciendo en el mercado kits de construcción con las piezas precortadas a falta de ensamblar la estructura.
Hoy en día es más fácil acceder a información técnica de todo tipo, en internet se encuentran planos, manuales, tutoriales, vídeos. También hay una gran variedad de suministros con diferentes precios y calidades y se han abaratado los modelos "ARF" (casi listos para volar) y "RTF" (listos para volar) generalmente fabricados en China. Esto ha hecho un poco más accesible esta afición a quien no podía por motivos económicos o por falta de tiempo para construir. Construir un modelo requiere de paciencia y tiempo, algo que precisamente es un bien escaso con el ritmo de vida que llevamos en la sociedad actual.
El aeromodelismo siempre ha tenido y seguirá teniendo un marcado espíritu de "hazlo tu mismo". Los modelos "ARF" que no están totalmente terminados todavía dejan un poco de "trabajo" para el montaje de las principales piezas y el equipo de radio y siempre es necesario conocer las técnicas y conceptos básicos de funcionamiento del modelo. Hoy en día, es posible practicar el aeromodelismo sin dedicar casi tiempo a la construcción, lo que no es ni bueno ni malo, hay aeromodelistas que no tienen tiempo para construir o simplemente no les gusta esta faceta y prefieren dedicar la afición a mejorar su pilotaje.
Sin embargo, la posibilidad que da el aeromodelismo de construir y experimentar creo que es una oportunidad que hay que aprovechar pues es muy enriquecedora. El construir un modelo con tus propias manos y conseguir, tras tiempo de trabajo y ajustes, que se deslice por aire genera una satisfacción que difícilmente puede experimentar quien no haya construido nunca. Por eso creo que para cualquier aeromodelista nunca está de más, aunque sólo sea de vez en cuando y poco a poco, construir algún modelo ya sea desde cero, a partir de un plano o a partir de un kit.
Pensando en esto hace dos años me propuse construir un planeador eléctrico desde cero en madera de balsa. Aunque cuando empecé con el aeromodelismo construí un modelo a partir de kit, y hace unos años un experimento construido con plástico corrugado (cloroplast), los demás modelos que he utilizado han sido ARF y era la primera vez que construía con balsa desde cero.
La idea era construir un modelo sencillo, que no necesitara de excesivo tiempo y que se pudiera hacer con recursos y herramientas muy básicas. A partir de viejos apuntes de aeromodelismo, información en foros y blogs de internet, y fijándome en otros modelos de planeadores sencillos, "diseñé" un planeador de escuela (en inglés lo llaman "primary glider") fácil de construir y pilotar, que aunque no tiene un gran rendimiento y no va a ganar ninguna competición, igualmente captura perfectamente la esencia del vuelo a vela.
La madera de balsa es un material muy tradicional en aeromodelismo por su buena relación resistencia - peso. Aunque no es el material más barato, tampoco es demasiado caro, y para mi, uno de sus características importantes es su menor impacto ambiental respecto a otros materiales como el foam o los modernos composites, ambos derivados del petróleo. Aunque este tipo de madera hay que traerla generalmente desde Ecuador, Perú o Brasil, proviene de un árbol de crecimiento rápido que se encuentra fácilmente de forma natural y se puede cultiva en climas tropicales. Recientemente se está empezando a utilizar este material para en la fabricación de tablas de surf con menos impacto ambiental.
Así que después de calcular, diseñar las piezas y hacer la lista de material, pasé por el almacén de maderas y me encontré en casa con un grupo de tablas, listones, perfiles y bloques de madera de balsa, pino y contrachapado. Con esto y unas pocas herramientas (cutter, sierra de calar, lija, cola blanca, pegamento epoxi pinzas, alfileres, pesos, tijeras, lápiz, regla, escuadra), ninguna de ellas eléctrica excepto un taladro prestado para unos pocos agujeros, dedicando un par de horas a la semana cuando podía (a veces ni eso), poco a poco la madera fué tomando forma de aparato volador. Después de un año, con un parón de 6 meses debido a una mudanza, el velero estaba a punto de probarse.
Aunque conozco los principios básicos físicos y aerodinámicos por los que un avión más pesado que el aire es capaz de sustentarse en el y volar, cada vez que lanzo un modelo al aire y alza el vuelo me da la sensación de que tiene algo de magia, de misterio. Esta sensación es más fuerte cuando al lanzar el planeador desde lo alto de un monte comienza a ascender con la única ayuda del viento en la ladera, o cuando el velero entra en una térmica y empieza a ascender gracias al aire caliente que sube. Es casi como la sensación de levantar los pies del suelo cuando despegas en parapente. Y es más fuerte todavía cuando despegas por primera vez un aparato que te ha llevado tiempo construir cuidando cada detalle.
A principios de 2016, el planeador estaba listo para su prueba de vuelo. Faltaba el recubrimiento del fuselaje, pero como no era imprescindible para el vuelo decidí primero probar si volaba pues no estaba seguro de que fuera a hacerlo, antes del primer vuelo siempre existe esa incertidumbre. Así que cuando lo lancé por primera vez y vi que se sustentaba en el aire de forma estable y tomaba altura sin ningún problema de control tuve esa sensación más fuerte que nunca y pensé, "Milagro! es un milagro que este cajón de madera vuele". Así, el velero quedó bautizado con el nombre de Milagros.
Aunque quizás sea demasiado osado, me gusta utilizar la analogía de la música. Construir un aeromodelo, es como construir un instrumento musical. Ajustarlo para que vuele bien es como afinarlo para conseguir un buen sonido. Y volarlo, en este caso deslizandose por el viento de una ladera o subiendo silencioso en una térmica, es como interpretar o disfrutar de una pieza musical.